Historia

El 12 de agosto de 1959, tras el acto simbólico de firma del acta constitutiva con sus respectivos estatutos, se creó la Academia de la Investigación Científica.

El objetivo de la Academia de ese entonces fue reunir a investigadores activos de diversos campos del conocimiento para compartir sus proyectos de búsquedas, propiciar la discusión, la crítica y la reflexión conjunta. 

A partir de 1996, la Academia de la Investigación Científica se convirtió en la Academia Mexicana de Ciencias.

No se trató sólo de una modificación nominal, significó, además y muy especialmente, una serie de cambios profundos. Pasó de construir una sólida identidad entre los científicos mexicanos a incrementar y desarrollar un conjunto de programas académicos de éxito e impacto en la comunidad científica y en la sociedad.

Así, de una instancia que buscaba agrupar a los investigadores realmente activos ante la gran dispersión en la que se encontraban, la Academia evolucionó en una de las instancias más importantes del país en la difusión, apoyo y promoción de las ciencias en sus diversas expresiones, todo ello a través de varios programas y premios.

Algunos de los valores más destacados que la Academia Mexicana de Ciencias ha promovido y defendido a través de su historia son los siguientes:

  • La ciencia es parte de la cultura y fortalece el pensamiento independiente y la soberanía nacional.
  • La libertad de cátedra y de investigación son principios fundamentales del que hacer científico y tecnológico.
  • La producción de conocimiento es la riqueza más importante de un país. Este sólo se obtiene al impulsar la ciencia básica. Sólo así el conocimiento dará lugar a la solución de problemas nacionales, pero también de este nuevo mundo global.
  • La misión de las ciencias básicas es la de explorar las leyes de la naturaleza, hacer descubrimientos que creen nuevas teorías y provean los instrumentos teórico metodológicos que se requieren para comprender el mundo cambiante.
  • En relación con el punto anterior, se ha luchado porque se reconozca que la creatividad y la originalidad son habilidades mucho más indispensables para enfrentar los requerimientos sociales e incluso los mercados, que la capacitación y el adiestramiento en habilidades técnicas que muy pronto pierden utilidad al ser rebasadas por otras nuevas.
  • La crítica y la evaluación permanente de los resultados de las actividades disciplinarias son tareas centrales del quehacer científico y tecnológico y una de las funciones más destacadas de las ciencias.

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